Discurso de Antonio Camacho en la conmemoración del Grito de Lares

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23 de Septiembre, 2020

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Muy buenos días amigos y amigas, compañeros y compañeras del Frente Anti Electoral, buenos días a todos los presentes. Expreso mi agradecimiento por darme la oportunidad de hablar en esta tribuna en el día de hoy en representación del FAE, Frente Anti Electoral.

Compañeros y compañeras, a pesar de la pandemia que ha puesto al mundo patas arriba, y tomando todas las medidas necesarias, venimos aquí en el día de hoy a conmemorar el año 152 de la gesta heroica de Lares. Como puertorriqueños orgullosos de nuestra historia y descendencia, venimos aquí como una continuación del camino que se trazaron aquéllos héroes que se enfrentaron al imperio español. Venimos aquí en un gesto de reafirmación del juramento de continuar con la agenda inconclusa de la liberación de la patria y la declaración de la República de Puerto Rico.

Cada vez que vengo a Lares, el altar de la patria, como lo bautizó Don Pedro, es una renovación de energías. Me siento caminar entre la multitud de héroes que han sacrificado gran parte de sí u ofrendado sus vidas por la libertad de nuestra patria. Cada vez que vengo a Lares renuevo mi compromiso con la libertad de nuestra nación puertorriqueña, pero a la vez, cada vez que vengo a Lares tengo sentimientos encontrados, no puedo evitar sentirme indignado al ver como el Altar de la Patria, el altar de la revolución, lo han convertido en el altar del reformismo. Nos llaman dogmáticos. Y yo afirmo y reafirmo que la lucha por la libertad de una nación tiene que ser dogmática, no admite vacilaciones. Aquí se proclamó la República de Puerto Rico con las armas, no con la mendicidad del voto.

Ramón Emeterio Betances, el padre de la patria, ya  para principios de la década del 1870, unos años después de la Revolución de Lares, nos advertía que el sufragio era una mentira. El gobierno español, había extendido a la Isla la celebración de elecciones generales para justificar reprimir la lucha libertaria y acallar el descontento general.

Luego de la invasión norteamericana en 1898, entró en vigor en Puerto Rico el 30 de abril de 1900 la Ley Foraker, impuesta por el imperio invasor. La misma permitió la formación de partidos políticos, la elección de un comisionado residente al Congreso y representantes de la Cámara de Delegados. Tan pronto la Ley Foraker entró en vigor, el Doctor Julio J. Henna, creyente de que los americanos venían a liberar a Puerto Rico y que su destino se iba a decidir en un plebiscito, se convenció de que había sido engañado y escribió un manifiesto al pueblo de Puerto Rico, donde protestaba contra la Ley y llamaba a que no cayeran en la trampa de formar partidos políticos y participar en las elecciones. Parafraseando sus palabras, “Si aceptamos las elecciones que nos impone esta ley, condenamos a nuestra isla a ser colonia de los Estados Unidos a perpetuidad. No vayan a recibir al gobernador, no formen partidos políticos, no participen en las elecciones. ” (Las elecciones generales tuvieron lugar el 6 de noviembre de 1900 donde aproximadamente la mitad de los electores se abstuvo de votar.)

            Para el mismo tiempo, Evaristo Izcoa Díaz, periodista nacido en Toa Alta, hombre de mucho valor y de insobornable voluntad, que había estado encarcelado en las mazmorras de España por promover la libertad de la Isla, arremetió también contra la ley y las elecciones por ser una estrategia del invasor para atar a Puerto Rico a los EEUU.  En 1899 publicó en El Combate de Ponce: “¡PUERTORRIQUEÑOS! El deber, el patriotismo, la dignidad, el honor os vedan terminantemente rendir homenaje a quien os oprime.” Evaristo Izcoa Días, acusado de subversión, extinguió su vida enfermo de tuberculosis en un sombrío calabozo gringo.

Han pasado 120 años desde entonces, amigos y amigas, 120 años chapaleteando en el pantano electorero colonial,  y yo pregunto: ¿Habrá alguien que se atreva a poner en duda la precognición de estos hombres, su certeza en el análisis futurista desde su perspectiva histórica de que las elecciones estaban encaminadas a mantener el dominio colonial y perpetuar el status quo? Después de 122 años de dominio imperialista, no hay manera de desmentirlos sin convertirnos en cómplices del coloniaje.

“¡Tenemos que actualizarnos!”, nos gritan por allí cuando mencionamos el boicot electoral. Y tienen mucha razón, después de esos 122 años de vil coloniaje, tenemos que actualizarnos; no podemos seguir caminando al precipicio al que el imperio y los reformistas conducen a nuestra nación con las elecciones coloniales.

            En el 1932 el Partido Nacionalista de Puerto Rico, fue empujado por su ala conservadora a participar en las elecciones. Tres años más tarde, Don Pedro Albizu Campos, dado el boicot que le hicieron las emisoras de radio, los resultados de las elecciones y la campaña de descrédito que todo el aparato propagandístico imperial desató contra el nacionalismo, convenció a los miembros del partido de la veracidad del postulado de Betances: “Las elecciones son una mentirita para dividir al pueblo y ponernos a pelear unos contra otros.” Debido a la represión contra los dirigentes nacionalistas, el partido no pudo darle forma a una campaña anti electoral, pero desde entonces el Partido Nacionalista Puertorriqueño ha sido consecuente en su postura de no participar en las elecciones coloniales.

En el 1976 Juan Antonio Corretjer publicó “La Patria Radical.” Obra donde nos da las herramientas para entender el proceso eleccionario y la naturaleza y necesidad del boicot electoral como arma contra el colonialismo. Nos señala Corretjer que las elecciones son un instrumento de asimilación. “La ciudadanía Yanqui, énfasis nuestro, es el sello de la nacionalidad que EEUU impuso a los puertorriqueños mediante una ley del Congreso… …cuando los puertorriqueños votan en las elecciones en obediencia a esa ley, votan no como puertorriqueños, sino como yanquis. …cada elector que vota es un elector que niega la ciudadanía puertorriqueña y acepta… su yanquización. Mediante las elecciones, el imperio obtiene que el pueblo puertorriqueño acepte que se descargue sobre sus hombros la responsabilidad del coloniaje… Prosigue Corretjer, “…El trasfondo esclavizante de las elecciones, y la experiencia que con ella ha vivido nuestro país, aconsejan severamente abandonar la concurrencia a las elecciones y adoptar el boicot electoral como táctica de lucha por la independencia. Resuelto ya el retraerse de las urnas coloniales, el movimiento de independencia verá cómo le fluyen naturalmente de su resolución las formas de organización, cómo se eslabonan naturalmente las etapas de lucha, cómo el problema se resuelve, cómo se arría para siempre la bandera del imperialismo y como se levanta triunfante la bandera de la patria.”

Compatriotas, uno de los principales efectos que crea el colonialismo en la mente del colonizado es la percepción fantasiosa, “delusion” le llaman en inglés. Percepción que nubla la capacidad crítica y el sentido común. Esa percepción fantasiosa le hace creer al colonizado que el amo le va a dar la libertad al esclavo cuando el esclavo se la pida. Lo lleva a creer que el amo le va a permitir al esclavo que haga cambios fundamentales en la hacienda que por usurpación considera suya. Lo lleva a creer que el amo lo va a aceptar como igual cuando su naturaleza racista y prepotente, es precisamente lo que lo convirtió en amo imperialista. Esa percepción fantasiosa es también la que le hace creer que se puede administrar bien la colonia y acabar con la corrupción.

Yo no dudo que tanto Lúgaro como Dalmau o Eliezer Molina tengan buenas intenciones, parecen personas con vergüenza. …Claro está, “De buenas intenciones está empedrado el camino al infierno.” Como dice el dicho.

Tenemos que preguntarnos ¿Para qué sirven las buenas intenciones si no se tiene ningún poder? 

A mí me parecen dudosas las buenas intenciones cuando se pretende supervisar una colonia, digo supervisar porque los gobernadores coloniales ni siquiera tienen poder para administrar. Son meros supervisores al servicio del imperio. ¿Cómo diablos podrían supervisar bien una colonia que arrastra una larga depresión económica de más de diez años, donde en ese mismo tiempo ha emigrado un 16% de su población? Ni que fueran magos. ¿Cómo podrían supervisar bien una colonia con una inflación galopante, niveles de pobreza por las nubes, desempleo, rampante criminalidad, drogas, corrupción. Ni que fueran magos. ¿Cómo podrían supervisar bien una colonia súper endeudada sin presupuesto para cubrir sus necesidades básicas, y sin posibilidades de salir del atolladero? Ni que fueran magos. Menos ahora con la pandemia del Covid-19. y para colmo, con una Junta de Control Fiscal con poderes plenipotenciarios, cuya única función es cumplir con la promesa que le hizo a los acreedores… de cobrarle la deuda al pueblo de Puerto Rico de la manera que fuese: Recortaron los presupuestos de salud, de educación, de la Universidad de Puerto Rico, gravaron las pensiones, congelaron salarios, aumentaron los peajes, la luz y el agua, privatizaron la Autoridad de Energía Eléctrica, cerraron escuelas y quieren privatizar otras. Y dentro de poco oirán que van a apoderarse de las playas, tierras, otros bienes públicos y explotar nuestros recursos naturales.

Pregunto. ¿Puede Lúgaro, Dalmau o Eliezer Molina, pasar sobre el poder de la Junta de Control Fiscal? No, no pueden. ¿Puede Lúgaro, Dalmau o Eliezer Molina abolir las leyes de cabotaje que tanto daño hacen a nuestra economía? No, no pueden. ¿Puede Lúgaro, Dalmau o Eliezer Molina obligar a Walmart y a tantas otras compañías que prácticamente no pagan nada de impuestos, a asumir su responsabilidad social e invertir sus ganancias en Puerto Rico para crear empleos? No, no pueden. ¿Puede Lúgaro, Dalmau o Eliezer Molina hacer que Puerto Rico tome control de la aduana e inmigración? No, no pueden. ¿Puede Lúgaro, Dalmau o Eliezer Molina acabar con el foco de corrupción que es la colonia? No, no pueden. Una persona maniatada por una camisa de fuerza, aunque tenga las mejores intenciones del mundo, no puede hacer nada, menos administrar bien la colonia, perdón supervisar bien la colonia. ¡No tiene ningún poder¡ Me parece que lo único que podrían hacer es el ridículo, ganarse las antipatías de un pueblo desilusionado y atrasar aún más la lucha por la liberación nacional.

Me pregunto, además, ¿Quién con buenas intenciones se presta a administrar un punto de drogas? No, nadie. Lo correcto es combatirlo, no administrarlo. ¿Cómo demonios si tienes buenas intenciones te prestas a administrar una colonia que es corrupta por su propia naturaleza? Don Pedro Albizu Campos nos señaló el camino y nos dio el ejemplo. …Cuando lo visitaron en la prisión de Atlanta rechazó la indigna oferta de administrar la colonia que le hizo el imperio.      

No se trata  de administrar o supervisar bien la colonia y como flautistas de Hamelín, bajo los acordes de la flauta, recrearnos con la pérdida de la identidad nacional, conduciendo al barranco al pueblo puertorriqueño. ¡NO! De lo que se trata es de salvarnos como pueblo y para salvarnos como pueblo, solamente hay un camino, destruir el sistema colonial y constituirnos en una nación libre y soberana.

Con esa misma percepción fantasiosa, muchos dirán: “Vamos a estar muy bien, el imperio “tan bueno” nos va dar 60,000 millones de dólares.” Debemos preguntarnos: ¿De esos 60,000 millones cuál es la cantidad real que llegará a Puerto Rico? ¿Con cuántos millones se quedan los intermediarios, los cabilderos, compañías favorecidas de antemano, asesores? ¿Cuántos millones desaparecerán por la corrupción? ¿Cuántos para amortiguar la deuda y seguir endeudando al pueblo de Puerto Rico? ¿Al final qué queda para implementar un programa de desarrollo económico que aumente la producción de bienes y nos saque de la dependencia económica? Nada o casi nada, pero de seguro, vamos a tener mayor endeudamiento, mayor pobreza, mayores exigencias de la Junta de Control Fiscal y mayor estancamiento económico.

Amigos, amigas, el ELA colonial es un sistema político corrupto por naturaleza, como ya he señalado. Todo imperio esconde su rostro detrás de los elementos más corruptos de los pueblos invadidos.  Dejan robar a sus títeres elegidos por voto amañado para luego  poderlos chantajear y obligarlos a que acepten sin reparos las exigencias de tierras, poderes y a acallar y reprimir  a todo el que se les oponga. Mientras tanto, el pueblo adormecido por los cantos de sirena espera cuatro años para ratificar el coloniaje y cambiarle la cara a los corruptos.

En Puerto Rico las elecciones no las deciden los partidos políticos ni los

votantes, en PR las elecciones las deciden las agencias de inteligencia del imperio. Los partidos políticos en la colonia son juguetes del imperio. El imperio juega con ellos al gato y al ratón. Sus movimientos y su misma existencia depende de la voluntad del gato. El gato en su juego los deja turnarse en la administración de la colonia, y como mencioné antes, que sean corruptos y roben, para luego poderlos chantajear y moverlos a su antojo.

Compatriotas, dejemos de ser ilusos, no debemos seguir arrastrando esa percepción fantasiosa; participar en las elecciones coloniales es entregarle en bandeja de plata nuestra libertad de acción al imperio. No es supervisando la colonia que saldremos del atolladero. Saldremos del atolladero cuando seamos dueños de nuestro propio destino y eso no es gratuito, tenemos que forzarlo. El momento histórico exige el boicot electoral y la unidad del pueblo en la calle.

Sabemos de sobra que los procesos históricos son lentos; pero también sabemos que no son estáticos, que los pueblos en su Psiquis repudian toda forma de opresión y el colonialismo no está exento. Sabemos que los pueblos en lo más profundo de su ser repudian la dependencia, el sentirse inferiorizados, marginados, el que venga otro a meterse en su casa a mandar.

Las circunstancias históricas están servidas, es cuestión de tiempo de que nuestro pueblo salga de su letargo y tome en sus manos su destino. El imperio lo sabe muy bien. Esa es una de las razones por las cuales jamás le dará la estadidad.

También sabemos  que la suma de contradicciones internas y externas precipitan aceleradamente la caída de un imperio. El imperio norteamericano ya ha agotado todas las posibilidades de regenerarse. Ha quemado todas las etapas que han definido en la historia de la Humanidad la caída de los imperios. No vamos a dar aquí una clase de macro economía o de historia, pero puedo asegurarles que lo que ha mantenido en pie al imperio norteamericano, contrario a los imperios que le precedieron, es el dólar como divisa internacional y la forma en que el imperio chantajea al mundo emitiendo moneda gratis para inflar sus mercados de valores, sobornar a otros países y pagar sus guerras y desmadres. Esta situación privilegiada del imperio está a punto de llegar a su fin con el caos en la economía mundial y el surgimiento de naciones y potencias contestatarias.

            Según se valla debilitando el imperio se abren grandes posibilidades para el desarrollo de un movimiento de liberación nacional.

Alegan muchos compatriotas, embriagados con la pestilencia del voto, que los tiempos han cambiado. ¿¡Los tiempos han cambiado?! Pregunto.

Seguimos siendo una bochornosa colonia del imperio estadounidense, nos gobierna su Congreso, su Presidente se mofa de nosotros tirándonos papel toalla, nos imponen una Junta de Control Fiscal sin nuestro consentimiento; siguen vigentes las leyes de cabotaje, de inmigración, de comunicaciones; sigue nuestro territorio ocupado por sus bases militares; siguen siendo juzgados los puertorriqueños en tribunales federales y trasladados a hacer sus condenas en territorio continental… ¿Y los tiempos han cambiado?

            Lo que ha cambiado no son los tiempos, son los falsos valores que nos han transmitido y nos quieren seguir imponiendo la manada de líderes oportunistas, que de acuerdo a sus intereses politiqueros del momento, nos han hecho creer, para beneficio del imperio, que el voto es la alternativa.

Los tiempos han cambiado” repiten como disco rayado los defensores del voto colonial. Lo repiten porque dan por sentado que el patriotismo de lucha, valor y sacrificio está enterrado. “Los tiempos han cambiado” como si el amor a la patria también estuviese enterrado. Los tiempos han cambiado, sí, para los que no están dispuestos a sacrificar ni una escama de su pellejo por la patria. Los tiempos han cambiado porque es muy cómoda la ilusión de que se lucha por la independencia patria desfilando en una caravana bajo el aire acondicionado del auto.

Mientras nos acompañen en nuestra peregrinación por la independencia patria el pensamiento y peregrinación de Ramón Emeterio Betances y el valor y sacrificio  de los patriotas de Lares; los tiempos no han cambiado.

Mientras el pensamiento de Hostos y su Moral Social, rijan nuestra conducta; los tiempos no han cambiado. (Hablamos del Hostos auténtico, no de ese Hostos amañado que usa de carnet de representación una organización colonial.)

Mientras el heroísmo, valor y sacrificio de Don Pedro y los héroes nacionalistas permanezcan en nuestra conciencia; los tiempos no han cambiado.

Mientras la claridad filosófica materialista de Juan Antonio Corretjer sea el alimento intelectual de nuestro análisis político; los tiempos no han cambiado.

Los tiempos no han cambiado mientras nuestra nación siga siendo colonia y la mecha de la libertad siga encendida.

Compañeros, compañeras, el poder del imperio sobre nuestra nación no se vence de rodillas y esa es la función del voto, mantenernos arrodillados. Albizu nos legó que al imperio no lo podemos vencer militarmente, pero que podemos destruir su prestigio en el mundo. No lo lograremos si seguimos concurriendo a las urnas coloniales electoreras como corderitos camino al matadero. A un imperio no se le vence militarmente, se le doblega militarmente, haciendo que le cueste su osadía de oprimir. Este proceso comenzará cuando nos arranquemos el collar que nos puso para que no pudiéramos soltarnos del coloniaje y ser libres, el voto.

¿Dónde hemos fallado en la aplicación del boicot electoral como método de lucha y qué debemos hacer?

El sistema electoral fue diseñado para encerrar al pueblo en una especie de laberinto sin salida donde demos vueltas y vueltas y siempre volvamos al mismo lugar, el estatus quo, la asimilación, la colonia a perpetuidad, la destrucción de nuestra identidad. No hay argumento político y revolucionario más sólido en la historia colonial de Puerto Rico que el repudio a las elecciones coloniales con el boicot electoral. El imperio lo sabe, los oportunistas de los partidos coloniales lo saben. Por eso recurren a toda clase de demagogia para desacreditarnos, confundir al pueblo y arrastrarlo como ovejas al limbo electoral.

En diferentes instancias de nuestra historia, se han creado organizaciones y frentes para impulsar la abstención electoral, por lo general durante el periodo eleccionario. Puedo asegurar que si el boicot electoral no ha tenido un rol relevante en la lucha de nuestro pueblo por su libertad, es porque no hemos sido consecuentes en su implementación. Y no hemos sido consecuentes en su implementación porque seguimos arrastrando con nosotros el reformismo pequeño burgués y sus manifestaciones: amiguismo, infantilismo, protagonismo, dirigismo, lealtades encontradas, culipandeo y otros malos hábitos que empañan, desvían y destruyen los objetivos a seguir. No hemos sido consecuentes porque un proceso anti electoral tiene que ser un movimiento con autonomía propia, no un frente donde entren en contradicción sus políticas y acciones con las agendas y lealtades de cada organización individual. No hemos tenido éxito porque nuestros objetivos no han sido claros: Pues no hemos desarrollado e implementado las estructuras organizativas apropiadas, tampoco un plan táctico a corto, mediano y largo plazo para alcanzar esos objetivos.

Les aseguro, compañeros, compañeras, que si nos organizamos como es debido, implementamos ese plan y trabajamos con entusiasmo y dedicación, cosecharemos los frutos.

Para cerrar, permítanme contarles la siguiente anécdota:

Un compatriota quería justificar su participación en el proceso electoral colonial, y con buen ánimo me dice:

—“¡Antonio Camacho!, ¡tenemos que arar con los bueyes que se tienen!”

—(Lo miro a los ojos.) Tu lo has dicho y no lo sabes, amigo, ¡arar con los bueyes que se tienen! ¡Ya no tenemos bueyes —le digo—, lo que tenemos son ovejas.

… ¿y qué es un buey? Le pregunto.  Es un toro castrado, ¿no? y para arar le amarran el yunque sobre el lomo y lo arrean  con la garrocha y el fuete. ¿Y es con esos bueyes que pretendes abrir los surcos de la independencia?

Esos bueyes zigzaguean y en vez de hacer surcos, hacen hoyos y baches.

¡Con esos bueyes no podemos abrir los surcos de la libertad, compatriotas!…

 

¡Muchas gracias por su atención!

 

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